SAN PUNKSITO... PLEEEASE. (cuento)

Sobre nuestra necesidad de creer, la ignorancia que nos hace manipulables
,
 y la broma que resulta ser la vida.


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1. Vómito Negro


   Cuando me desperté ya se había hecho de noche. El frío me estaba calando todos los huesos, la cabeza desmesurada me explotaba completa con cada latido del corazón... saturada de mierda y de nada mi cabecita loca que ya no se soportaba. Así que me levanté y agarré mi chamarra negra con una A grande en la espalda, y me devolvió el optimismo leer la consigna de chinga tu puta madre culero bajo el signo de lanarquía. 
Come mierda, hijo de la mierda

    Me levanté sin saber cómo y prendí un chiva... sentí la mente despejarse hasta que finalmente pude ver algo... verme en una pared de una construcción a medio terminar sumergido en una noche gris y plana. Volteé a mi alrededor y me di cuenta de que ya estaba solo. Los chavos del kolectivo habrían escuchado patrullas y temiendo el apañe corrieron para seguirse sintiendo víctimas de la represión del sistema, dejándome a mí, su compañero de lucha, tirado en el piso con la puta jeringa al lado, con los pelos verdes y las botas militares de cuero negro de funeral eterno y cotidiano. Entonces empecé a caminar hacia las luces de los edificios. Por ese lugar es donde vivo... en unos edificios multifamiliares que desde hace mucho tiempo ya no tienen familias, a lo más que llegan es a clubs de puercos que se maman la sangre unos a otros... chupándose las vidas sin saciarse para llenarse nadamás así de lo que les hace falta. Y tanto que les hace falta. Es por eso que yo no tengo familia, pero vivo en unos multifamiliares... así que sigo caminando y no tengo que llegar muy lejos para que el mismo olor de siempre me ataque el estómago pudriéndome las entrañas en ese mismo instante y produciéndome unas ganas terribles de vomitar; cada pinche esquina despidiendo olores de carne de tacos. Cabrones mediocres vendiendo tacos y cabrones mediocres comiendo tacos, tacos en el cerebro y masa de tacos entre los dedos... ¿por qué no se van todos a la mierda? Verdad que les vale una chingada estar sometidos, vivir agachados y lamiendo culos de sus esposos y patrones... pero yo no hago eso, yo soy radikal... por eso no trago su mierda. Cuando los veo juntos pienso que tienen miedo: les asusta tanto que por eso se obligan a hacerse compañía, se consuelan mientras se truncan las vidas y se flagelan los padres a los hijos, los hijos a las hijas, y las hijas a su vez con sus productos que perpetran una eterna cadena viciosa de miseria y de doblegación, de humillación, de vidas a las que se las cargó la chingada... y a mí también me da miedo estar solo, pero es diferente... a mí me pasa con el bajón de la chiva, pero esque así yo vivo, sin dios ni amo... pero la verdad es que por dentro estamos todos tan solos como un callejón de su puta ciudad por la noche o sus asquerosas iglesias cuando no hay misa, y sus multifamiliares deformados y sus obras a media construcción, y mis camaradas de mierda y sus pinches tacos de puta porquería, ¡y la pinche jeringa y la puta de la virgen! Y la virgen y la jeringa... No, ellas mejor no. Sólo ellas me salvan... todo a la verga menos la Virgen y mi jeringa. Para entrar en el edificio de departamentos en donde vivo tuve que jalar el cancel que las ñoras cierran y que sólo se puede abrir con llave, pero yo como soy malicioso lo pateo y lo dejo abierto para que escandalosas algo tengan que comentar en la mañana: - el cabrón malviviente del ocho dejó otra vez abierto el cancel hijo de su puta madre-. 

   Así que contento me subí hasta mi casa y ahí también patié la puerta. Entré y no pasó nada porque en realidad no había ninguna diferencia entre la calle y mi casa. Era el mismo frío y las paredes estaban tan grises y puercas como el cielo. Hubiera dado igual quedarme allá afuera... No... no es cierto. En la calle está más cabrón porque allá te matan... y si hay que decidir entre la mía o la de otro cabrón, tengo bien claro lo que debo de hacer. Prendí el foco y me fui al cuarto en donde estaba mis cosas: camisetas y pantalones y una graba, material punk. Una cobija. La agarro y la extiendo sobre el piso y ahí me siento.

Hoy no voy a escuchar mejor nada, a la chingada con más ruido que mi cabeza no se siente bien. Hoy sólo me quedo viendo a la pared y a la virgen cuando venga.

En una cajita de caset está el arpón pero antes hay que prepararlo. Primer un cigarro, o un toque... pero a estas putas horas la ciudad ya está cabrona, calientísima toda esta parte del municipio agrícola. Y es que siempre a los jodidos los joden más porque así es como ellos pueden mantenerse a la cabeza. Mejor me pico... ahorita me pico y así puedo dormirme. Que ya no aguanto el cuerpo y siento que se cae solito, que ya no quiere hacer ni madres... nomás estar tirado por lo débil que se siente. Pero si viene la virgen luego ya no duermo, me quedo horas como baboso nomás viendo la pared. Antes de llegar se anuncia con arpas y calor en todo el cuerpo, creo que podría ser el arpón lo que causa ese calor... se parecen y pues son lo mismo, con arpas se anuncia al arpón.

¿Las familias de aquí de los edificios, también verán a la virgen? No. Pienso que no. Porque entonces ya no se amontonarían en las iglesias forzando puñetitas con las que los ignorantes creen que van a ser escuchados por el altísimo, y así dicen todavía que la virgen se manifiesta, que les arregla problemas y le piden que interceda ante diosantopadretodopoderoso para que así ante acto de fe tan riguroso y por eso infalible, les de solución a sus vidas. Mas pura verga de ayuda, consuelos mediocres de lo que no entienden. Y yo, para comprender cómo son las cosas, me ayuda mi pico. Me pico y ya estuvo. A mí la virgen sí me habla.

Saco la jeringa y le pongo primero su aguja. Limpio la ampolleta y entierro la jeringa que succiona el líquido ambar mientras yo lo veo a contraluz, para medir la cantidad y no ir a pasarme de guevos, que entonces me da un paro cardiaco y entonces sí chingó a su madre, y por eso soy cuidadoso. No vaya a perjudicarme.

Jajajajajaja. Jajajaja. Jaja. No vaya a perjudicarme. 

Me amarro el brazo con un hule amarillento y desquebrajado por el uso. Lo aprieto bien. Me busco la vena, golpeo el antebrazo para que salte... para que se asome y me diga en dónde tengo que enterrar la aguja fría; aunque eso ya lo se: tengo que picarme encima de la costra porque en todos los lugares en done puedo hacerlo ya están así... de cualquier forma hay que hacer que salte la vena. Antes de presionar el mecanismo intravenoso, todo se hace silencio. 

Los ruidos de la calle se han detenido. 
Las farolas de la tira ya no suenan, ya no hay perros ladrando ni gallos que pura madre que cantan al amanecer, toda la puta noche haciendo sus ruidos y tratando de volberme loco. Pero ellos también se callaron. 

El arpón es como las canciones de Eskorbuto hechas realidad: mandas todo a la verga; con la aguja matas los ruidos, matas a la gente, a todo el jodido mundo. Te matas a ti y te metes en tu mundito. 

Yo nunca he querido a la virgen dentro de mi cabeza, pero creo que debe ser algún tipo de maldición religiosa. De morro mi jefa me... me llevó a algo así como un sacrificio voluntario, una manda o no se que mandada, a la virgen. Y mejor se hubiera deshecho las rodillas a nopalazos, o caminando hasta la basílica con lágrimas y sudor en toda la casa, con las ansias de que alguien sienta misericordia por su vida tan llena de penares. Pero los padres de familia como el fiel ejemplo de ese esquema autoritario y clasista horizontal patriarcal siempre perjudican a sus hijos... como que para eso los tienen. Sin deberla ni temerla me enjaretaron a la pinche virgen de los milagros que tantos favores le había hecho a mi sacrosanta jefita. Y a mí... pura verga. 

De todos modos no la necesito. 
Siempre que viene es nada más a chingar y a no dejarme dormir, a meterse en lo que no le importa mientras me dice a mil voces –no hijo mira que andas mal, que deberías cambiar tu forma de ser para ganarte el reino de los cielos y estar con los tuyos. 

¿y cómo chingados quiere que cambie? 

¿quiénes son los míos?
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                                         mamá...   m a m á 
Mamá eres tú,??
                                                                              ¿la virgen?


El ambiente cambia. 
La luz se hace, rosa, morada, brillante muy brillante.
 Es como una explosión en la cabeza. Algo que se revienta y se brota como charcos en lo más hondo de lo que uno es. 
De la piel me sale calor mucho calor que se proyecta con fuerza en todas direcciones, 
que se escapa de mi cuerpo y parece que va a reventar. 
Siento un gran calor en todo el cuerpo, uno que consume y arrebata, 
que me sale del pecho, 
la fuerza del corazón 
co-ra-zón... 
Co...
ra... 
zón. 

Es ella.
 

Ella, la virgen. 

Rodeada de luz, 
brillante, 
hermosa,
 cálida, 
caída.
 Es-
la-
vir-
gen-

la-vir-gen.



2. Para todos, todo es una mentira. 

   Llegamos temprano al departamento. Anoche no nos encontraron nada y nos dejaron salir hoy en la mañana. En la salita que está a la entrada estaba Juan tirado sobre una cobija vieja con el pico y una jeringa a su lado... había también un paquete de faros con dos cigarros que luego nos llevamos y una caja de caset con una chora embarrada. Todo el departamento olía a quemado, el Tony dijo que a azufre... yo no se, peros e que olía a quemado. 
   
   El Juan tirado en el piso, una mancha obscura alrededor de su cuerpo que había traspasado la tela de su camisa y había marcado todo el piso como queda marcado con el humo en las paredes de una herrería eran lo único fuera de normal en su departamento. Nos le acercamos y en las orejas tenía unos hilitos de sangre... chiquitos, no mucha. Me le acerqué y entonces me di cuenta de que no respiraba. Lo traté de levantar pero se me cayó su cuerpo, la cabeza se golpeó contra la pared y sonó hueca, seca, un madrazo bofo. Entonces si me entró miedo porque iban a creer que yo lo había matado. Ya después lo llevamos a la cruz roja y allí nos dijeron que el madrazo no era pedo. Que sí, efectivamente lo que habíamos llevado era un cadáver, y que había muerto no hace muchas horas. Dijeron que fue un infarto, una sobredosis por el arpón tal vez. El cuerpo ya no le aguantó tanta mamada. Nos dieron su ropa y sus botan en una bolsa, el hijo de puta con batita blanca muy gracioso nos dijo que nuestro amigo ya no iba a necesitar sus cosas y que mejor antes de que alguien agandallara con ellas, pues que él nos las entregaba para evitar cualquier pedo. 


 Cuando regresamos al departamento vimos algo en lo que no nos habíamos fijado ni el Tony ni yo cuando salimos. En el piso, bajo la cobija quemada, estaba marcada la figura de la Virgen, la misma que Juan tenía tatuada en la espalda. Estaba como gravada con soplete, con colores y todo, la misma guadalupana junto a una caja del Revelde-Punk. El cuerpo de Juan había dejado su tatuaje sobre el piso como un sello de que rifaba, siempre decía que la virgen en su espalda era porque su jefa se la había montado como al pípila le echaron encima una piedra... nunca se imaginó lo que le iba a pasar con ese tatuaje. El chisme de la muerte del drogadicto del ocho de corrió rápidamente. También la noticia de la virgen en el piso y el allate sedicioso del occiso. La gente comenzó a congregarse en la casa de una forma impresionante. Luego luego prendieron veladoras alrededor de la imagen y empezaron a rezar. Decían que era un milagro, una muestra de los caminos tan diferentes que toma el Señor para hablarnos, que ese muchacho no era en realidad tan malo... nomás un poco extraño, y que a lo mejor eso sería porque fue muy devoto, decían las señoras santiguándose con mucha emoción. Fue el curita de la parroquia para verificar la autenticidad de la muestra mística e incuestionable de su fe. Nosotros ni madres que dijimos nada del tatuaje. Hasta sacamos la camiseta y la colgamos en la pared junto con jeringa y la liga y la cajita del caset con la chora embarrada. Las viejas pendejas le rezaban y le rezaban al santito de negro, decían, porque casi siempre se vestía así, de negro. –Y yo que pensaba que siempre andaba así porque era como del diablo, y mira tú para que veas, resultó ser como los señores curas que también andan de negro y son santificados-. Pinche babosa, cómo se inventan cuentos para después creérselos tan en serio. Ahora me gustaría pensar que Juan nunca tuvo interés en terminar como santo para la gente que tanto odiaba, que tanto lo habían jodido.


CARPETA DE PRODUCCIÓN DE LA ADAPTACIÓN CINEMATOGRÁFICA:

https://boxsetaudiovisual.wordpress.com/2011/12/12/san-punksito-please-cortometraje/

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